MI HIJO TIENE MALAS CALIFICACIONES

Por Vidal Schmill
vidal@escuelaparapadres.com

Durante una visita a Bonn, Alemania, para conocer ciertos aspectos de su sistema educativo, el director técnico de una primaria pública nos mostraba las aulas, mientras los niños desempeñaban algunas actividades. Observé que en los grados equivalentes a nuestro segundo de primaria estaban aprendiendo conceptos que los nuestros iniciaban en preprimaria o en primero de primaria. Cuando señalé dicho “atraso”, el director técnico se me quedó mirando con sus fríos ojos color acero y me preguntó “¿Y qué prisa tienen allá? Estamos enseñándoles a vivir y a socializar, ¿le parece poca cosa?” Guardé silencio. Agregó que ya tendrían tiempo para dedicarse a aprender cuestiones técnicas o de mayor exigencia, pues su prioridad en este nivel era la socialización. No pienso que allá todo sea mejor, evidentemente los alemanes han tenido problemas de socialización históricos, pero creo que sí tenemos mucho que aprenderles en cuanto a sus programas y logros educativos.
A lo largo de años de conducir pláticas con padres de familia, he realizado encuestas informales para conocer sus intereses y preocupaciones, y el tema siempre preponderante de la mayoría es: las calificaciones y el aprovechamiento escolar. No deja de sorprenderme esta prioridad, y aunque no intento minimizarla, opino que primero hay que formar para luego poder informar en terreno fértil.
En un mundo tan competitivo es indispensable tener calidad académica, por supuesto, pero eso no justifica la ansiedad, miedo e, incluso, obsesión por el tema.
Hay padres de familia que entran en el ‘juego’ de demostrar que su hijo es “el mejor de su clase” y compiten con otras familias para ver quién tiene al ‘mejor’. Recuerda que no necesariamente quien tuvo las más altas notas es a quien mejor le va en su vida adulta.
Debido a sus bajas calificaciones, muchos niños padecen humillaciones y castigos que impactan de manera negativa en la imagen que tienen de sí mismos. Las notas escolares evalúan lo que contienen los exámenes, y en ocasiones se combinan con la participación en clase y las tareas o trabajos, pero no examinan la capacidad de relación, ni las diversas inteligencias (pues no sólo existen las inteligencias lingüística y lógico-matemática, tradicionalmente evaluada en las pruebas de IQ).
Según el genial Howard Gardner, investigador de Harvard y autor, entre muchos otros libros, de Estructuras de la mente e inteligencias múltiples, plantea que el concepto de ‘cociente de inteligencia’ no abarca todos los aspectos que un ser humano puede manifestar como parte de sus inteligencias. No pretendo cambiar el tema de este artículo al extenderme demasiado, pero es importante hacer un paréntesis y enfatizar el tema de la inteligencia, puesto que muchos padres creen erróneamente que las calificaciones y la inteligencia de sus hijos son totalmente coincidentes.
Y no es así.
Gardner plantea que existen 7 inteligencias, no sólo una (la cual se mide en las pruebas de IQ y asociamos con las calificaciones). Voy a transcribir un par de páginas de Howard Gardner para que la idea sea expresada por el mismo autor de este concepto:
Las siete inteligencias originales
“En el libro Estructuras de la Mente propuse la existencia de siete inteligencias separadas en el ser humano. Las dos primeras –lingüística y lógico-matemática– son las que se han valorado en la escuela tradicional. La inteligencia lingüística supone una sensibilidad especial hacia el lenguaje hablado y escrito, la capacidad para aprender idiomas y emplear el lenguaje para lograr determinados objetivos. Entre las personas con una gran inteligencia lingüística se encuentran abogados, oradores, escritores y poetas.
“La inteligencia lógico-matemática supone la capacidad de analizar problemas de manera lógica, llevar a cabo operaciones matemáticas y realizar investigaciones de forma científica. Matemáticos, lógicos y científicos emplean la inteligencia lógico-matemática (y aunque Piaget decía que estudiaba toda la inteligencia, yo creo que se centraba en la inteligencia lógico-matemática). Sin duda, una combinación adecuada de estas dos inteligencias es una bendición para los estudiantes y para quien deba pasar pruebas con frecuencia. En realidad, el hecho de que la mayoría de los psicólogos y los restantes académicos posean una combinación aceptable de inteligencia lingüística y lógica ha hecho casi inevitable que estas facultades predominen en las pruebas de inteligencia. Con frecuencia me pregunto si se habría aislado un conjunto distinto de facultades en el caso de que los diseñadores de pruebas hubieran sido empresarios, políticos, artistas o militares.
“Las tres inteligencias siguientes destacan especialmente en las bellas artes, aunque cada una de ellas se puede emplear de muchas otras maneras. La inteligencia musical supone la capacidad de interpretar, componer y apreciar pautas musicales. En mi opinión, la inteligencia musical es prácticamente análoga, estructuralmente hablando, a la inteligencia lingüística y carece de sentido, tanto desde el punto de vista científico como lógico, llamar «inteligencia» a una de las dos (normalmente la lingüística) y llamar «talento» a la otra (normalmente la musical).
“La inteligencia corporal-cinestésica, supone la capacidad de emplear partes del propio cuerpo (como la mano o la boca) o su totalidad para resolver problemas o crear productos. Bailarines, actores y deportistas destacan por su inteligencia corporal-cinestésica. Sin embargo, esta forma de inteligencia también es importante para artesanos, cirujanos, científicos de laboratorio, mecánicos y muchos otros profesionales de orientación técnica.
“La inteligencia espacial supone la capacidad de reconocer y manipular pautas en espacios grandes (como hacen, por ejemplo, navegantes y pilotos) y en espacios más reducidos (como escultores, cirujanos, jugadores de ajedrez, artistas gráficos y arquitectos).
“La inteligencia interpersonal denota la capacidad para entender las intenciones, motivaciones y deseos ajenos y, en consecuencia, su capacidad para trabajar eficazmente con otras personas. Vendedores, educadores, médicos, líderes religiosos y políticos, y actores, necesitan una gran inteligencia interpersonal.
“Por último, la inteligencia intrapersonal supone la capacidad de comprenderse uno mismo, de tener un modelo útil y eficaz de uno mismo –que incluya los propios deseos, miedos y capacidades– y de emplear esta información con eficacia en la regulación de la propia vida. En mi discusión inicial de la inteligencia intrapersonal, también destaqué sus orígenes en la vida emocional y su fuerte vínculo con factores afectivos. Sigo pensando que la vida emocional es un ingrediente fundamental de la inteligencia intrapersonal, pero ahora destaco más el papel esencial que desempeña esta inteligencia en las decisiones que toma una persona a lo largo de su vida.
“Estas son, pues, las siete inteligencias que hemos puesto al descubierto y hemos descrito en nuestra investigación. Se trata, como he dicho, de una lista preliminar; aspecto importante es insistir en la pluralidad del intelecto.
“Además, creemos que los individuos pueden diferir en los perfiles particulares de inteligencia con los que nacen, y, sobre todo, que difieren en los perfiles que acaban mostrando. Pienso en las inteligencias como potenciales biológicos en bruto, que únicamente pueden observarse en forma pura en individuos que son, en un sentido técnico, monstruos. En prácticamente todos los demás, las inteligencias trabajan juntas para resolver problemas, y para alcanzar diversos fines culturales: vocaciones, aficiones y similares.”
“Ésta es mi teoría de las inteligencias múltiples en forma capsular. Desde mi punto de vista, el objetivo de la escuela debería ser desarrollar las inteligencias y ayudar a la gente a alcanzar los fines vocacionales y aficiones que se adecuen a su particular espectro de inteligencias. La gente que recibe apoyo en este sentido se siente, según mi opinión, más implicada y competente, y, por ende, más proclive a servir a la sociedad de forma constructiva.
“Estas opiniones y la crítica de una visión universalista de la mente, me llevaron a la noción de una escuela centrada en el individuo, comprometida con el entendimiento óptimo y el desarrollo del perfil cognitivo de cada estudiante.”
Ser inteligente es algo más que multiplicar muy deprisa, gozar de una elevada capacidad de abstracción o de una buena visión en el espacio, o cosas semejantes. Obtener una puntuación elevada en un test, del tipo que sea, es algo que, por sí sólo, arregla muy pocas cosas en la vida.
Así que las calificaciones importan, pero no tanto, ¿verdad? Tu hija puede tener un talento extraordinario para dibujar (inteligencia visual combinada con la corporal-cinestésica), y sin embargo lleva reprobando materias que tienen que ver con lógica-matemática, por lo que la imagen de sí misma está devaluada y opina que su talento no es tan importante, puesto que todo el tiempo se le enfatizan sus inhabilidades. Tu hijo puede tener un talento extraordinario para el manejo de equipos electrónicos y sistemas de cómputo (inteligencia lógica-matemática), y sin embargo reprueba materias relacionadas con actividades corporales, o tener serios problemas de socialización y relación interpersonal.
Hay que ayudarles a mejorar sus calificaciones para cumplir con los estándares de la escuela y la sociedad, pero hay que poner más énfasis en el desarrollo de su talento, el cual, te lo aseguro, no aparece reflejado en la boleta de calificaciones.
Si tiene problemas con sus calificaciones, ayúdalo, proporciónale técnicas de estudio, pero al mismo tiempo no lo minimices como persona debido a sus bajas evaluaciones, que no son tan confiables como crees.
Tu ansiedad y miedo sobre su futuro sólo empeoran las cosas, deja que manifieste la inteligencia en la que tiene facilidad, aunque en ocasiones repruebe.

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